Por Por Julio Morejón
La Habana (PL) La celebración del VI Congreso Mundial de la Hidroelectricidad (WHC) en el país de África que proyecta construir la mayor instalación de ese tipo, expone el interés continental de hallar soluciones viables para la generación de energía.
Esa región se halla en un momento importante y a la vez muy complejo respecto a transitar o no por vías que le posibiliten crear condiciones de pasar a una fase de desarrollo sustentable, y la explotación racional de las fuentes hídricas constituye una opción que ofrece muchas posibilidades.
Es paradójico que poseyendo el 40 por ciento de la capacidad de generación en lo que se refiere a caudal fluvial, en África más de más de 600 millones de personas carecen de los servicios de electricidad y deben acudir al empleo de portadores energéticos como el petróleo y la madera para sobrevivir. Ni siquiera hay que profundizar mucho para relacionar esa situación con las consecuencias de desequilibrios en la distribución de bienes y posibilidades a nivel global, y lo cual opera como el puñal enemigo clavado en un costado africano: la desigualdad de oportunidades es el resultado de un delito mayor llamado colonialismo.
No obstante, el continente demostró desde los años 50 del siglo XX que se podrían hacer esfuerzos para cambiar o al menos alterar las reglas del juego, quizás esto no sería mediante rotundas mutaciones políticas sino con transformaciones parciales y limitadas, pero como proceso que acompañarían a la independencia.
Así llegaron los años 60, cuando la descolonización alcanzó una etapa descollante y que se extendería hasta los tres decenios siguientes, los cuales en el ámbito sociopolítico resultaron tormentosos con el fin del sistema racista sudafricano del apartheid y la emancipación de Namibia.
Pero desde el ángulo de las relaciones internacionales -en el contexto de la globalización- también cuenta el desmoronamiento del campo socialista de este europeo y su efecto para el Tercer Mundo.
En medio de todas esas conmociones África mantuvo clara una idea sobre la necesidad de avanzar hacia el desarrollo técnico, científico, cultural, en fin el progreso como meta para el beneficio humano, y eso es inalcanzable sin avance en el control y la dominación de las fuentes energéticas principalmente la electricidad.
LA HIDROENERGÍA
Dos conceptos: desarrollo sustentable y progreso social fueron temas reiterados en el VI Congreso Mundial de la Hidroelectricidad (WHC), que sesionó recientemente en Addis Abeba, la capital de Etiopía.
El empleo de la hidroenergía en el continente -solicitado una y otra vez por expertos, políticos y académicos – parte de la urgente necesidad que tiene la región de solucionar un problema que obstaculiza su avance integral, principalmente tecnológico, la falta de servicios de electricidad.
En lo social más de 600 millones de personas allí no participan de los beneficios que ofrece la explotación del fluido, lo cual les impone el empleo de los compuestos energéticos rudimentarios para subsistir como son el consumo de petróleo y la madera, ambos a la larga con serios impactos en los ecosistemas.
La hidroeléctrica es la principal fuente de energía renovable en el mundo, es una quinta parte de la electricidad a nivel planetario, afirman estudios.
El consejo de los eminentes es: Aprovechar el agua de manera responsable, lo cual puede ayudar a suministrar electricidad a millones de personas, especialmente en África subsahariana, donde su falta es más grave y ahonda los problemas relacionados con la supervivencia, que impone estándares más importantes que el simple bienestar.
En esa línea el acceso a servicios energéticos modernos y sostenibles es crucial para lograr un desarrollo sostenible, transformador e inclusivo, afirmó en la apertura del Congreso el primer ministro, Hailemariam Desalegn, al evocar la necesidad apremiante de la región para orientarse hacia un horizonte de progreso, tras siglos de incertidumbre.
Así, el anfitrión del evento declaró que: «Quisiera reiterar la necesidad de esfuerzos colectivos para mitigar los efectos del cambio climático», y enfatizó en la necesidad de que el mundo se reúna en este frente para lograr soluciones integrales beneficiosas a tan gran reto.
El suministro de electricidad estable y asequible es medular para acabar la pobreza extrema e impulsar el crecimiento económico en todos los reglones, como objetivo central para colocar al continente en una posición ventajosa respecto a la explotación propia de sus recursos.
Aunque los expertos siempre señalan que el desarrollo de la energía hidroeléctrica ofrece enormes oportunidades, también presenta retos y riesgos considerables en lo relacionado con la instalación de embalses y acumuladoras, y para lo cual se debe tener en cuenta el tipo o modelo de generación, su ubicación y la dimensión de los proyectos.
LOS PLANES
En África existen grandes potencialidades para la producción e incluso exportación de energía limpia, pero aunque el continente posee cerca del 40 por ciento del potencial hidroeléctrico mundial, sólo desarrolló una cantidad relativamente pequeña de suministradores por los altos costos de producción y localizaciones inaccesibles.
La mayor presa hidroeléctrica de África -la Inga- se halla en la República Democrática del Congo y se construyó sobre el río Congo, pero el proyecto mayor corresponderá a Etiopía.
Desde 1960 se construyeron varias centrales hidroeléctricas importantes; por ejemplo, la gran presa de Asuán, en el río Nilo, la presa del Volta, en el río Volta, y las presas de Kariba y Cahora Bassa, en el río Zambezi, ubicadas en Egipto, Burkina Faso-Ghana, Zambia-Zimbabwe y Mozambique, todas en grandes cuencas hidrográficas.
La realización del VI Congreso de la WHC en suelo etíope ocurrió cuando persiste el debate sobre la construcción allí de la gran presa del Renacimiento, una obra monumental (presumiblemente el embalse más grande de África) que deberá utilizar las aguas del Nilo, lo cual aún se evalúa por su posible impacto en el caudal del río.
No obstante, todos los caminos invitan a la utilización de los recursos hídricos como una alternativa -no la única- para beneficio múltiple de la población africana, a la vez que con el empleo de la hidroenergía se procura incentivar la protección de un escenario en peligro de extinción: nuestro único planeta y esto es un dilema global.